01 Septiembre 2019
Hace su aparición en escena… ¡Qucho!, un gato pandillero, yucateco, que junto con sus amigos y su líder: Don Gato, viven a diario una serie de peripecias que… ¡Ups! Me he equivocado de historia; bueno, no exactamente. Aunque ese otro Qucho tiene un tanto que ver en la historia, no es precisamente el mismo.
Nuestro protagonista es Saúl Herrara, quien 20 años atrás debutó en el mundo del cartón político bajo el mismo nombre del gato del que les hablaba. Ahora se preguntarán: si son dos personajes diferentes, ¿qué tiene que ver uno con otro? Muy buena pregunta, y es que por como suele suceder en esta caprichosa vida, resultó que en su adolescencia terminó haciéndose de dos amigos, uno de nombre Benito y otro de apellido Matute (nombres precisamente de dos personajes de la caricatura animada Don gato y su pandilla), quienes, sin más, lo rebautizaron con el nombre de "Qucho".
Pero la conexión no termina ahí, sino que se remonta aún más en la infancia de nuestro protagonista, tiempo en que además de pasar el día jugando en la calle, como buen niño de la época, la pasó siendo un ávido devorador de esta caricatura animada, además de clásicos japoneses como Mazinger Z y Remi, y otros más de Hanna Barbera.
Entre ambos periodos de tiempo, este orgulloso tapatío tenía la costumbre de, en lugar de simplemente pegar la cartita de la biografía en su tarea, dibujar al personaje, aun cuando no le saliera tan parecido. Esto hizo que dentro de él comenzara a germinar su naturaleza artística, o simplemente su gusto por el dibujo.
Gusto que posteriormente se fue manifestando a través de, primero, haber enviado una tarjeta navideña dibujada por él a un concurso de radio (su primer dibujo formal), para luego decidir entrar a estudiar Artes Plásticas (su primer acercamiento más en forma al dibujo) y finalmente se animara a ir a un periódico (Siglo 21) a presentar su portafolio, con la esperanza de que le dejaran hacer algo. Y lo dejaron. Y él dejó la escuela para dedicarse desde entonces a esto.
Como todo buen artista que tiene la inquietud de mejorar también ha incursionado en los terrenos de la ilustración. Aun así, teniendo en claro que con esta profesión no se volvería rico, su gran pasión ha sido el cartón político. Inclinación que nace gracias a la costumbre de su familia por consumir, a través de diversos medios impresos, política.
En toda la odisea que le ha tocado enfrentar en su profesión, está también el punto del famoso “amor al arte”: y es que tampoco es que hacer monos sea, digamos, muy bien pagado. Y luego hay que agregar el delicado asunto de la censura. Y más que censura, de los intereses que cada medio de comunicación pueda tener. Cosa que ha Qucho le ha tocado enfrentar en su carrera, pero que ha sabido sobrellevar muy bien, gracias a su férrea fe de siempre tratar de defender sus ideas y puntos de vista, pero también tratando de entender los de los demás.
Así pues, este monero, que, a pesar de su amor por el dibujo jamás imaginó llegar a vivir de ello, también se asombra del hecho de cómo ha evolucionado su profesión, o mejor dicho: las virtudes del “ctrl + z” y llegando a recomendar, incluso, el uso de una tableta para dibujar. Y aun cuando busca nuevas herramientas tecnologías de dibujo, sigue prefiriendo las bondades del grafito y la celulosa.
Podríamos continuar con más de esta historia, pero creemos conveniente que el resto lo escuchen de palabras más fieles a los hechos. Cosa que solo se puede lograr de la propia boca de Qucho. Por tanto, los invitamos a que los próximos días 24 al 26 de octubre, asistan al DesignFest en Guadalajara. Y se lleven, luego de escucharlo, aunque sea un poco de los conocimientos e inspiración de este “ermitaño social” que ha decidido dejar la cueva para presentarse, tal como es, ante un público bastante numeroso.
@QuchoOficial